Ayer me llaman a casa.
Hola, soy de el instituto XXXXX de investigación. (uno de los buenos).
Acepto hacer la encuesta.
La entrevista es a velocidad de vértigo. Casi no entiendo las preguntas y menos las alternativas de respuestas.
Y esto siendo un gran problema, es lo de menos.
Sin saber nada de los objetivos del estudio, creo que el cuestionario no estaba pensado por gente que supiera del sector/problema de marketing.
Era el típico estudio en el que el cliente sólo paga y no se implica en pensar con el técnico para realmente definir qué hay que preguntar, o lo que es más importante, qué necesito saber.
El informe será pintón, y el cliente escuchará la presentación atentamente.
Y listos, a decidir con lo que el consumidor haya dicho.
Una pena. Dinero gastado.
Mal proceso de trabajo.
Malas conclusiones. Probables decisiones equivocadas.
Y la intuición relegada.
Antes de ayer fui a un pretest de unos spots. Había que elegir qué anuncio funcionaba mejor de varias alternativas internacionales.
La intuición y la experiencia indicaban claramente cuál era mejor. Sin dudas.
Pero a pesar de ello, y aunque se testaban películas acabadas contra animatics, maquetas, etc..., se decidió realizar un test.
¿Para qué?
Para que el consumidor decida cuál sacar (y no que opine).
Y el consumidor es posible que prefiera el que no es.
Y en vez de llevarle la contraria, se saldrá con el que tenga mejor valoración, porque la intuición ya no manda.
Manda lo segurón.
Recuperemos la intuición.
Recuperemos la intución.
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